II EXALTACIÓN JUVENIL DE LA SANTA VERA+CRUZ. D. JUAN SEBASTIÁN BELTRÁN PRADOS

Dijo aquel que la juventud es un estado del que el ser humano afortunadamente se cura con el tiempo. Eso era seguramente porque no conocía a los jóvenes de la Vera+Cruz. Para nosotros los cruceros, es un sueño, como la vida misma, como nuestra devoción, es algo que no queremos que se nos escape de las manos como un puñado de arena, aunque el tiempo inexorablemente lo hará.

Esta tarde, éste que veis aquí va a tratar de llegaros aunque sea un poquito al corazón, empresa harto difícil, pero que no ve imposible porque va a hablar con el suyo en la mano. Intentaré que sea un de tú a tú, de corazón verde a corazón verde, color que corre por mis venas desde que nací e incluso desde antes de venir al mundo. A mis treinta y cinco años puedo llevar con orgullo que los que bien me conocen, la mejor palabra con la que me pueden definir es que soy verde, muy verde. A ello he dedicado gran parte de mi vida y la seguiré dedicando pues entiendo que es mi forma de vivir y sin ella ya no sería yo.

Quiero dedicar esta exaltación en primer lugar a mi madre, que aunque esta noche no se encuentra aquí en Lebrija, me enseñó desde que nací el amor a mi Cristo de la Vera+Cruz y a mi Virgen de la Soledad. A pesar de que algunas veces no entienda cómo puedo dedicar tanto y tanto tiempo a la cofradía, es ella a la que le debo que hoy esté ante éste atril, y no sólo físicamente sino también como devoto de la Santa Vera+Cruz de Cristo. A mi hermana y a mis sobrinas, con las que en mi casa comparto un mirar la vida y las cosas en el mismo color. Sé muy bien que con mis sobrinas en mi casa seguirá el sentimiento cofrade verde, pues ya me he encargado yo de que así sea, ¡y de qué manera!, pues hay veces que pienso que van a ser “peor que yo”. Tienen ya, tan pequeñas, la locura del delirio de amar profundamente el sentimiento que en mi casa se vive todo el año y que explota cada Viernes Santo como ofrenda de amor a Dios, un Dios que en Alhaurín de la Torre vive crucificado y que junto a nuestra bendita Madre de la Soledad nos quita el sentío a tos.

Dedicadas vayan también mis palabras a mi gente, a mi Grupo Joven, a ese del que siempre tendré el orgullo que Dios me dio de fundarlo. No sin pocas dificultades ni pocos sinsabores, pero que llega a día de hoy como pieza clave dentro de nuestra cofradía y referente en nuestro pueblo de Alhaurín de la Torre. Duro fue el trabajo el año pasado para organizar el Encuentro, pero Dios siempre ayuda y como decimos en nuestro pueblo, de lujo salió. Abrazados a la Vera+Cruz todos los obstáculos los hemos ido superando y así será siempre, y siempre, os llevaré de la mano, aunque ya no sea tan joven como vosotros. Con esfuerzo y dedicación todo se supera en esta vida, porque para Dios nada hay imposible.

Con treinta y cinco años, quizás la juventud hace ya algún tiempo que la pasé. Es por ello que quiero que me sirva ésta exaltación de cierre simbólico de una etapa que he vivido intensamente como joven cofrade y verde que soy y de mi Cristo de la Vera+Cruz y de mi Virgen de la Soledad. Tengo la alegría de haber reído, de haber llorado, de haber sufrido y de haber disfrutado con mi cofradía. En definitiva, de haber vivido mi hermandad y de haberlo hecho con pasión. ¡Qué alegría, hermanos, ser joven cofrade!, el más preciado tesoro que Cristo nos dio, y cuando remató haciéndonos cruceros, la curvatura del círculo se cerró, que no hay mayor orgullo que ser crucero y amar a Dios, que fue en la Vera+Cruz donde Cristo nos dio su vida y del pecado y la muerte eterna nos salvó.

Es por Mayo que la primavera se hace más intensa, cuando el campo se hace más verde y cuando nuestras cruces florecen con las flores del buen amor. Como dice el lema de mi Grupo Joven, la Vera+Cruz es el árbol que reverdece y de él brota la juventud en todo su esplendor. Ramilletes floridos por toda nuestra España que convierte un signo de sufrimiento en símbolo de resurrección, jóvenes cruceros soy la vida que nace del leño inerte y da verde a lo que el odio antes secó. Sois la esperanza de un futuro prometedor, ramas que buscan el celeste del cielo allá donde se encuentra Dios. Que vuestras manos sean los frutos que espera el Señor, pues  sois la fuerza renovada y la hoja donde se escriba una nueva historia de salvación, salvación de un mundo hipócrita, egoísta, interesado y alejado de Cristo Redentor. ¡Jóvenes cruceros abrid vuestros verdes corazones y gritad a los cuatro vientos que cambiar al mundo es posible con la fuerza de la voluntad y del Creador! ¡Id por los confines anunciando la alegría del Evangelio y sin avergonzaros de decid que sois creyentes y que en vuestro corazón habita Dios! Levantad vuestras almas como fue alzado en un madero Cristo Nuestro Señor, y gritad lo más alto que podáis, aquí, en la calle, en el trabajo, o en cualquier reunión, y  decid que… ¡DIOS VIVE!

Tenemos la oportunidad de cambiar las cosas, de que el hombre vuelva a Dios. Pongamos nuestro grano de arena en la misericordia con el hermano, en la justica y en el perdón. No nos quedemos en cosas que no nos llevan a nada, en satisfacciones y egos personales. Estamos a tiempo de hacer las cosas mejor. Jóvenes cofrades no nos quedemos en el encaje que lleva esa Virgen, en qué banda tocó mejor o peor, en qué culto su albacería o priostía mejor preparó. La belleza es necesaria y ella nos eleva hasta Dios, pero todo en su justa medida, que la verdadera belleza está en María y en el Señor. En Ellos se muestra cual de bella es la voluntad del hombre cuando hay paz en el corazón, cuando das la mano al necesitado o das consuelo cuando ves en el hermano el sufrimiento o el dolor. No nos quedemos en obras vanas por muy “cofrades” que sean pero que no nos conducen a nada. Ser cofrade es mucho más que eso, no nos podemos hacer ese flaco favor, tirando a matar a un propio hermano por las redes sociales, comparta o no la misma u otra devoción. Haciendo la puñeta en las juntas de gobierno, en los propios grupos jóvenes o en la tan detestablemente llamadas juntas de oposición. Decía Santa Teresa de Jesús: ¿Ves la gloria del mundo? Es gloria vana; nada tiene de estable; todo se pasa. Aspira a lo celeste, que siempre dura; fiel y rico en promesas, Dios no se muda. Confianza y fe viva mantenga el alma, que quién cree y espera, todo lo alcanza.

El mundo espera ahí fuera hermanos cruceros, cambiemos las cosas. Hagamos creer a la sociedad lo que somos: Iglesia. Una Iglesia comprometida con todos, con los que sufren la miseria o el paro, con los que padecen una enfermedad o incluso con los que se alejaron de Dios, para que vuelvan a Él. Hagamos una Iglesia abierta a todos, y recalco, a todos, sin distinción ninguna ni discriminación. Desde la posición que tengamos cada uno en esta gran barca que es la Iglesia, luchemos para hacer por fin ver que el amor, es el arma que Jesucristo nos dejó. Un amor que crezca sin límites, como decía San Pablo. Un amor sin cadenas de odio e incomprensión, que nadie le ponga puertas al campo ni juzgue lo que ha sido voluntad de Dios.

Nuestro Cristo de la Vera+Cruz pende de un madero muerto de amor. Qué pena que a veces no lo escuchemos. Con los brazos abiertos quiere abrazarnos y acogernos, e inclina su cabeza hacia abajo para decirnos algo. Pero el ruido que hay en nuestros días hace que no lo escuchemos. Ruido y más ruido que provoca que nos estresemos y que un silencio para encontrarnos a nosotros mismos no hallemos. ¡Hermano crucero!, párate a escucharlo por un momento. Es tu Cristo de la Vera+Cruz el que te habla, ese que tienes en una estampa en tu cartera o en un cuadro en tu cabecero. Es Él el que quiere decirte algo y pide que de Él no nos alejemos. Tu corazón quiere escucharlo, Él es la voz de tu conciencia, que separa lo malo de lo bueno. Busca su voz en el silencio, en la soledad de su capilla o debajo del capirote o antifaz de nazareno. Óyelo en el rubor del mar o en las estrellas con su inmenso cielo. No tengas miedo a escucharlo, pues nadie como Él te va a querer mejor, nadie más murió por ti clavado en un madero, Señor de todas las cosas y Padre Redentor Nuestro.

Vengo de una tierra que su brisa huele a mar, a biznaga y a romero. Su paladar sabe a vino moscatel y su sonido a verdiales y a malagueñas cantadas con sentimiento. Vengo de Málaga la bella, y en ella, de uno de sus más bellos pueblos. Alhaurín de la Torre, entre el mar y la montaña, es en ésta Andalucía, caído, un pedazo de cielo. En San Sebastián, su Iglesia parroquial, habita el más bello lucero. Un Cristo portentoso que desde la joya de su capilla vela por todos los alhaurinos y sus desvelos. Un Cristo que cada Viernes Santo llena las calles con su sola presencia desde La Caleta hasta el Barrio Viejo. La más antigua devoción que tiene mi pueblo y el infinito sueño en la Cruz de un hombre hebreo. Sueña con los frailes Mínimos que su devoción al pueblo introdujeron, sueña con los que en años de postguerra y mucha hambre de las cenizas lo rehicieron de nuevo, sueña con los que, en no hace muchos años, de una nueva madera le dieron forma y efecto, y sueña en dar consuelo a los que día a día se postran a sus pies pidiéndole algún remedio. ¡Qué alegría para los que somos verdes, que en Alhaurín de la Torre tenga nuestro Cristo su sueño! ¡Qué orgullo, mis hermanos, ser verde y poder decir: soy crucero! ¡Que no hay mayor gloria que ser de la Vera+Cruz y vivir eternamente abrazado a su madero!

De norte a sur, de este a oeste, se traza el signo de la Cruz en nuestra España. Desde las llanuras de las tierras palentinas, hasta Lebrija, su estípite esta tarde se marca. Mira si en Palencia son de la Vera+Cruz, que por ésta advocación además del Lignum+Crucis, a un crucificado y a una dolorosa llaman. Como gotas de rocío, numerosas hermandades de Vera+Cruz los pueblos de mi Andalucía bañan. El patíbulo hoy está presente, desde Sanlúcar de Barrameda hasta Baeza la guapa. La de Barrameda, donde un río con aroma de manzanilla a la ciudad embriaga, y la Cruz le dice a los que luchan por su hermandad, como le dijo al emperador Constantino, en tu esfuerzo no decaigas, que con ésta señal, vences y ganas. Cerquita de ella, Cádiz, la milenaria, Vera+Cruz hecha de sal porque salerosas son sus gentes y sus almas. Y a tiro de piedra Puerto Real, con la hermandad más antigua de toda la Diócesis y una Amargura que el corazón de una Virgen guapa traspasa. ¡Qué alegría debe de tener Carrión de los Céspedes por tener por patrona al único consuelo para sus almas! Mira qué bonita viene la Virgen de Belén corriendo por las calles de Pilas buscando al Niño de sus entrañas. ¡Qué grande es la Vera+Cruz que el verde de su leño se vuelve de color esperanza en La Algaba! Y es que verde tenía que ser la villa donde de la señal redentora brota sus aguas santas. En Villamanrique de la Condesa el Mayor Dolor de María se convierte en rocío de la mañana, que riega y que empapa y llega de las marismas huelvanas cantando por sevillanas. En las Cabezas de San Juan tus dolores son menos dolores Virgen Santa, porque no se puede ser más guapa, Madre servita que reflejas la gloria de Juan de Mesa en tu mirada. En Mairena del Alcor bendita es tu pureza porque de la Ancilla eres concebida inmaculada. Vera+Cruz Sacramental de Umbrete que toda su Semana Santa abarcas. En Olivares, un Cristo que es luz del mismo sol, la salud a su paso derrama. ¿Y qué voy a decir de Alcalá del Río? Que me gusta vivir su Día de la Cruz con buena gente y con mi amigo Morato del alma, que San Gregorio tiene una niña que por ser tan guapa, la proclamaron Reina de su pueblo y es Angustias Coronada. Llegando ya a mi tierra, Vera+Cruz de madrugada, en Málaga, Cristo resurge de las cenizas para ser primitiva su rosa más temprana. Campillos tiene sones cruceros de Agrupación Musical que a un Cristo crucificado su mecida acompasa. Y en Alhaurín el Grande, al Señor del Convento le acaricia su figura una inmensa petalada. En tierras jiennenses, en el barro de la alfarería de Arjonilla, la Cruz se clava, convirtiéndose en Calvario la Sierra Morena cercana. En Baeza la ilusión de los jóvenes se palpa, futuro asegurado de una corporación casi cinco veces centenaria. Y en Martos, la tierra de mi padre, vive la más guapa nazarena entre olivares que por las noches, la luna los baña de plata. ¡Viva la Vera+Cruz y viva nuestra España, que tiene la señal redentora por toda su geografía jalonada!

Anochece otro día más en Lebrija y el sol se despide de ella en el Castillo, donde se puede contemplar una de las puestas de sol más bonita de todas éstas tierras. El astro rey le dice hasta mañana a una Virgen que por patrona la tienen los lebrijanos y se llama Castillo Coronada. Abajo en el pueblo, cae la noche para que vuelva, después, a llegar un nuevo día. Y así, trescientos sesenta y cuatro veces al año, hasta que llegue la mañana que es diferente, la mañana que a los cruceros se le revienta el alma. Estalla de júbilo y de alegría pues lo que tanto tiempo han esperado, ya por fin ha llegado. Es mañana de Viernes Santo y el Cristo de la Vera+Cruz sale a la calle una vez más, como lo viene haciendo desde antaño. Cristo inerte en la Cruz que recibes las súplicas de tus hijos lebrijanos, Cristo que los rayos de sol bañan tus clavadas manos, manos que dio de comer al hambriento o devolvió la vida a tu amigo Lázaro, manos fijadas a un madero que son nuestras afrentas, nuestras culpas y nuestros engaños, manos que bendice cada rincón de tu pueblo que te reza para tu perdón conseguir lograrlo, manos que reparten vida porque Tú, aunque estés clavado, eres Señor de la misericordia, la justicia, la bondad y la esperanza de todos tus hijos, los lebrijanos.

Las gotas de sangre caen sobre tu paso dorado, se convierten en flores de color rojo o morado, sangre que es preciosísima y que por Lebrija vas derramando, son favores que a tus hijos les haces porque los has escuchado. Que no vas muerto Cristo  de la Vera+Cruz, que vas oyendo a tantas y tantas súplicas que te hacen tus hijos amados, ¡Qué no darían ellos para que todos los días fuesen Viernes Santo!, para ver por las calles tu figura y ver cómo con tu sola presencia obras cada milagro, que no tienen mayor orgullo que ser seguidores tuyos y de la Santa Vera+Cruz, hermanos.

Y después de todo, la Consolación. Porque no hay tristeza sin la esperanza de saber que llegará la consolación, no hay dolor sin la ilusión de saber que llegará la consolación, no hay sufrimiento sin la alegría de saber que llegará la Consolación. Y la Consolación llega, como llegarás pronto de nuevo a tu capilla. No tardes Madre, que tus hijos te echan de menos, que a San Juan de Letrán le falta la alegría que le dan tus ojos morenos. Que hay un vacío en todo el pueblo, pues Lebrija no tiene a su consuelo, que le falta la rosa más bonita que jamás soñar pudieron. No tardes Madre, que tus hijos te echan de menos, que la vida no es vida sin poder tenerte cerquita, ni decirte cara a cara… ¡Madre, cuanto te quiero!

Blanco es tu manto como blanca es tu pureza, como eres Tú Madre mía, blanca azucena que embriaga y embelesa. Blanca es tu alma y blanca tu nobleza, eres madre inmaculada que en el monte Calvario estuviste hiniesta. Del blanco de la mañana radiante, es tu cara donde los rayos de sol te besan, que de malla tenía que ser tu palio para que todo el mundo pudiera contemplar tu belleza. Por cuentas de tu rosario llevas prendidas todas aquellas mañanas abrileñas, en que Lebrija se quedó enamorada de tu semblante y tu mirada quieta. Que a ti no te hacen faltan lágrimas Madre, porque ya Lebrija te las enjugó, que no quieren ver en esa cara bonita ni un atisbo de dolor, que si tu eres el consuelo para ellos, Lebrija también será tu Consolación.

Lebrija hoy se hace más crucera que nunca, pues acoge a los jóvenes que llegados desde un punto u otro de nuestra geografía española, venimos con los mismos nexos de unión. Somos cristianos, católicos, cofrades y cruceros, casi ná. Ramas de un mismo árbol, el árbol de la salvación, que espera nuestros frutos. Mira Señor, cuántos jóvenes tienes al pie de tu Cruz, jóvenes con almas verdes y cuya meta eres tú. Jóvenes con sus problemas, sus estudios o sus historias, pero todos abrazados a tu madero que santifica, que purifica y que nos lleva a la misma gloria. No tengas en cuenta nuestros pecados Señor, sino la Fe de tu Iglesia, Iglesia crucera que te ama y que te reza, que te lleva sobre varales o trabajaderas, Iglesia que viste túnica verde y en oración va por las calles de su pueblo derramando verde cera, Iglesia que lanza al viento una oración con tambores o cornetas, Iglesia de jóvenes o mayores que para ellos eres su vida entera, que guarda en el alma una ilusión cuando a cambio de un milagro te echan una promesa, tu Iglesia, Señor, tú nunca la desampares ni desprotejas, que sin ti ésta barca a la deriva nos lleva. Guíanos a buen puerto Señor, que tu bondad es infinita y perpetua, en ti confiamos ésta familia crucera, de ti esperamos la salvación y gozar contigo, la vida eterna.

Soy de la Vera+Cruz  y de color verde es mi bandera, y por madre tengo a una Virgen, que es de su pueblo la flor más bella. Tiene su cara del nácar de las perlas que bajo el mar ocultan su belleza, sus ojos son del azabache del que prenden primaveras, y sus labios del rocío de la brisa fresca que el cercano mar mediterráneo le deja. Coronada está por doce estrellas que sujetan los ángeles que le proclaman su grandeza y cantan en melodías celestiales, que en Alhaurín de la Torre como Ella, no hay otra Reina, que es el orgullo de todo su pueblo, y de todas las alhaurinas, la primera. La primera porque es tan graciosa su belleza, que en ella hasta el mismo Dios se recrea. Su cabello moreno de romero está perfumado, romero que con la noche del Viernes Santo sueña, y sueña con esa noche para que Ella pisarlo pueda, y él, entregado le diga, Ave María Purísima, que para esto me crió la tierra, para que al pisarme te dé mi aroma que no puede haber morena más bella, sólo tú podías ser la Madre de Dios y de Dios Padre su hija predilecta. ¿Quién te puso el nombre que tienes, si a ti sola nunca te dejan? Pero en ti hasta ese nombre bien me suena, me suena a puerta del cielo, a gloria bendita y a vida eterna. Eres la niña que vive en San Sebastián y que por el Barrio Viejo paseas, a quién la calle Ermita con abrazar quisiera y la calle Real te ralentiza para que no te vayas y llora para que vuelvas, a quién los azahares de la calle Mesón una nana te tararean después de dejar una Caleta con plaza que llevar tu nombre quisiera, eres gloria de la misma gloria cuando en la plaza de San Sebastián a pulso te elevan porque los alhaurinos quieren verte lo más cerca de las estrellas, eres lágrima de madrugada cuando a calle Málaga llegas, que un año entero es muy largo y para el siguiente Viernes Santo es muy larga la espera, eres en sí el alma de Alhaurín de la Torre, y para Alhaurín de la Torre, Soledad, eres su Reina.

¡Cómo decirte madre mía cuanto te quiero si sabes que eres mi vida entera! Que de ti vivo enamorado desde niño en una eterna primavera, que todas las tardes le pedía a mi padre que a tus plantas me pusiera, y que el paseo fuera desde mi casa hasta la iglesia. Que no me cansaba de contemplar tu carita de azucena y tus manos que son la expresión suprema de la delicadeza. Malaya el puñal que tu corazón atraviesa y las lágrimas que surcan tus mejillas en esa infinita pena. Blondas enmarcan tu perfecto rostro, que son la espuma que las olas en el rebalaje dejan, y de negro se viste tu figura en la noche de la parasceve de luna llena. De nazareno, de hombre de trono o debajo tuya, en el submarino, siempre mitigar tu pena quisiera, ser consuelo para tu llanto en la noche oscura de tu amarga condena. Madre que firme al pie de la Cruz en el Calvario te muestras, modelo de fe y ejemplo de hasta dónde el amor de una madre llega. Mirad y ved si hay dolor como el mío, tú nos dices

Señora de gracia eterna, que es tan grande tu tragedia que ni los ¡guapas! que te gritan desde aquel balcón te contentan. Alégrate Virgen de la Soledad, que tu Hijo por Madre nuestra te deja, en San Juan Evangelista la Humanidad entera se refleja, tenía que ser el patrón de la juventud el que por Madre te acogiera. Ahí ya estaba representada toda la juventud crucera, que te quiere y que por protectora te venera. Madre de la Soledad que en Alhaurín de la Torre reinas, mira tu Grupo Joven que es la semilla que en el Calvario brota de la tierra, son tus lágrimas que cayeron y fecundaron en ella, son la flor del amor que en ella se muestra, míralos con compasión y sé de sus vidas, la estrella que de iluminar nunca dejas.

No quisiera despedir la exaltación sin dar las gracias a quienes me han brindado la oportunidad de poder expresar éstas palabras. En primer lugar a mi Grupo Joven que desde el principio no dudaron ni un solo instante en que tenía que ser yo el que los representase aquí ésta tarde. Sabéis que para mí siempre es y será un orgullo representaros y representar a nuestra Cofradía en cualquier lugar. A mi amiga Ana Ortega, que tampoco dudó, ni desde el primer  segundo, cuando le propuse que fuese mi presentadora. Ana es de esas personas que aunque no llevemos toda la vida conociéndonos, aunque si ya algunos años, sabes que es con las que hay una complicidad mutua y una amistad que perdurará toda la vida, si nuestro Cristo de la Vera+Cruz quiere. A mi amigo y hermano Morato, conocido por todos vosotros, quién me ha enseñado mucho del mundo de jóvenes cruceros que conozco y de quién es envidiable su afán de trabajar por la Vera+Cruz y el amor con el que lo hace. A la hermandad de la Vera+Cruz de Lebrija por todos los quebraderos de cabeza que les haya podido ocasionar en los días previos con la preparación del acto y especialmente a Anselmo, quién siempre ha estado dispuesto a ayudarme amablemente en todo lo que le he pedido. A la Banda de Música de El Cuervo y a su director, por la buena predisposición que han tenido siempre en todo y por poner melodías a este acto. A una amiga que aunque no es crucera, es soleana, yo también soy soleano, ha hecho unos cuántos kilómetros desde Albaida del Aljarafe para poder estar conmigo esta tarde y que es mi amiga Rosario, la cual sabe que la quiero con toda el alma y que siempre nos quedará la soledad. A la Confraternidad Nacional de Cofradías y Hermandades de la Vera+Cruz por supuesto, como organizadora final de todos éstos Encuentros de Jóvenes. A todos vosotros por escucharme y con los que esta tarde he querido desnudar un poco mi corazón verde. No sé si lo habré hecho bien o mal, pero de lo que podéis estar seguros es que he puesto el alma y mi sentimiento crucero en ello. Y como no, a mi familia y a mi estrella celeste, ellos son la alegría de mis días y a  quienes les debo todo lo que a día de hoy soy.

Clarines que rompen el viento, las nubes se despejan, un cielo limpio y azul ya se muestra. Las puertas del templo se abren y desde adentro del mismo, sale al pueblo la gloria entera. En el dintel la Cruz-Guía espera, los cirios verdes ardiendo, y el incienso en volutas el aire espesa. ¡Sale la Vera+Cruz! Como lo viene haciendo desde un pasado inmemorial que ni la misma historia ya recuerda. Roza con los marcos la Cruz de nuestro Cristo que es la Cruz que a la vida eterna nos lleva. Sobre un monte Calvario se ofrendan nuestras penas, penas que convirtieron en flores la belleza del alma de la gente buena. Detrás va Ella, Madre que tiene mil nombres pero la misma que nos acoge bajo su manto, bordado con nuestros corazones y nuestras vidas de fe llenas. ¡Sale la Vera+Cruz! Da igual de qué pueblo, de qué ciudad o de qué tierra, que en la procesión de nuestras vidas, el comienzo de nuestra victoria es el final de nuestra vida terrena. ¡Levantad el corazón hermanos cruceros, que sale la Vera+Cruz y está clavada en ella, la vida, la resurrección y es, nuestro emblema!

He dicho.